Ver los rostros de asombro de los extranjeros, extasiados con la belleza de Isla del Caño, fue una sensación de orgullo tan grande como cuando Bryan Ruiz le anotó a Italia en el Mundial de Brasil
Alguna vez escuché un comentario de un amigo que me pareció algo exagerado. Me contó que cuando visitó la Isla del Caño por primera vez, lo único en que pensó fue en una escena de la película Jurassic Park, en la que el helicóptero sobrevuela la costa y se aprecia el verde intenso, el mar y un entorno tan salvaje como místico.
Digo, todos tenemos un amigo que siempre exagera las cosas; el que golpean en la ‘mejenga’ y da tres vueltas en el aire o, en mi caso, al que solo le falta decir que vio un tiranosaurio en Costa Rica.
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Debo decir que en mi primer viaje a la Isla del Caño no vi ningún tiranosaurio, pero sí observé cómo un tiburón pasaba debajo de mis pies mientras se movía sigilosamente.
Tampoco volé en helicóptero por las montañas, pero me bastó con acercarme en lancha para sentir esa sensación distinta de la que hablaba mi amigo y que, en esta ocasión (de milagro), no exageró.
Curiosamente, el director de la película, Steven Spielberg, incluyó dentro de su guión a Costa Rica. Los personajes mencionaban nuestro país como si realmente Jurassic Park se hubiera filmado acá, aunque en realidad las escenas son en Hawaii.
Quizás, Spielberg no conocía este destino, menos la aventura que envuelve al viajero durante el recorrido y que vamos a contarle paso a paso durante este blog (Ojo, se vienen ‘spoilers’).
Nos fuimos a conocer la Isla del Caño en un viaje que activa todos los sentidos y nos permite sentir la adrenalina de sumergirse bajo el mar para explorar un ecosistema distinto y único.
Fue una travesía en la que se multiplicaron las experiencias desde el primer minuto, cuando nos dirigimos a Costa Rica Dive and Surf en Uvita, el centro de buceo y tour operador que se encargaría de llevarnos a la isla.
De entrada, nos contaron todo lo que viviríamos en este ride de un día. Primero caminaríamos hasta la playa del Parque Marino Ballena, punto de salida del bote.
Sin embargo, puedo ser más preciso y asegurar que la experiencia empezó desde muy temprano, cuando nos alistábamos para salir desde el hotel Uvita Paradise y amaneció lloviendo.
Nos avisaron en la academia que esperarían una hora para ver si mejoraban las condiciones del clima. Por suerte, en pocos minutos las nubes oscuras empezaron a mermar y todo siguió en pie (¡Qué susto!).
Aprovechamos para pasar a una farmacia y adquirir una pastilla para el mareo (por si las moscas).
Luego, en la academia, desayunamos una galleta y un jugo, lo suficiente para empezar el tour satisfechos pero ligeros.
Tras subirnos a la lancha y colocarnos el chaleco salvavidas, nos esperaba un viaje de dos horas y 30 minutos con capitán, distintos buzos profesionales y guías que nos irían explicando, poco a poco, todo que nos encontraríamos en el recorrido.
En el bote también iba una familia de franceses y unos estadounidenses, todos con el anhelo de descubrir aquel lugar mágico.
Cuando me subí al bote lo primero que pensé fue en la logística del viaje. Soy un poco despistado, así que fue un alivio poder despreocuparme de todo, pero es increíble mirar los detalles. Desde el protocolo sanitario, pasando por el acomodo de los tanques de oxígeno para bucear y de los trajes de cada buzo (cada uno con su respectivo nombre).
John, el fotógrafo que nos acompañó en el viaje, empezó el ride con la cámara en la mano, pero luego se dio cuenta que era mejor guardarla, pues empieza a salpicar el agua del mar y es mejor disfrutar del recorrido hasta que sea el momento para empezar a lanzar los ‘flashes’.
Entre todos los guías que hicieron el viaje, nos tocó con Adriana, una simpática buzo que nos fue explicando lo que podríamos mirar bajo el agua. Tanto Carlos, mi compañero de viaje en GOPlaya, como el propio John, tenían el sueño de mirar un tiburón, aunque debo decir que solo poder observar la isla de cerca ya me causaba mucha curiosidad.
Adriana sacó un pequeño panfleto y nos mostró las especies que podríamos observar cuando llegáramos a la isla; una tortuga, un pulpo, cardúmenes y, por qué no, el tiburón punta blanca.
El camino empezó a resultar emocionante y cómo no. Resulta que la Isla del Caño es una reserva biológica que está ubicada a 16 kilómetros de la Península de Osa. Son 320 hectáreas de tierra y en sus mares se encuentran algunos de los arrecifes coralinos más extensos y en mejor estado del país.
El guía nos contó que, antiguamente, esta isla era un cementerio indígena que data de la era precolombina y que incluso se han encontrado algunas esferas de piedra.
De pronto, empiezo a notar que el capitán baja la velocidad y avisa, ‘miren a la izquierda’.
Una ballena junto a su cría se dejan ver, ante la admiración de todos los presentes. Recién iniciaba la temporada de cetáceos en Uvita, así que el tour resultó un 2 x 1, pues vimos ballenas y también buceamos.
Mirar los rostros de los extranjeros durante el recorrido solo me confirma lo que siempre he creído de Costa Rica: Somos unos dichosos, vivimos en un paraíso absolutamente increíble.
Observar a ese grupo de turistas de múltiples lugares asombrados con nuestro país fue una sensación de orgullo tan grande como cuando Bryan Ruiz le anotó a Italia en el Mundial de Brasil, pero ese es otro tema….
Ya falta poco y el entorno se presta para conversar un rato. Adriana nos cuenta que el único lugar que supera a la Isla del Caño en Costa Rica es la Isla del Coco. Ella estuvo ahí al igual que Jhon, quien es fotógrafo pero resultó ser casi un delfín bajo el agua.
Ambos coinciden en que aquel lugar es impresionante y más aún en las profundidades del mar.
El asunto con el buceo es que la respiración es clave. Entre mejor respire la persona y menos se agite, más puede rendir el tanque de oxígeno y continuar bajo el agua. No es necesario ser como ‘Michael Phelps’, pero sí es importante tener una buena técnica a la hora de mover los pies.
Era importante recibir estos tips porque ya estábamos muy cerca de nuestro destino. La isla se empieza a ver a lo lejos, la adrenalina aumenta y el corazón palpita. Nunca me he lanzado de paracaídas, pero debe ser un sentimiento similar; se trata de tirarse al mar y capturar con la retina todo lo que esconde el mundo marino.
Antes, Adriana nos repasa algunos conceptos generales, los guías nos ayudan a colocarnos los trajes y le echamos un vistazo a la isla desde el propio bote.
El verde es intenso y el lugar impresiona. En las puntas de los árboles se columpian las aves, otro de los atractivos de este sitio, al que llegan especies como el halcón negro.
Ahora sí, llegó el momento de vivir el climax de la experiencia, ¡vamos al mar!
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Adriana nos acompaña y nos pide a los tres que sujetemos una cuerda que nos permitirá bajar hasta el fondo del mar, a casi 18 metros de la superficie.
Desde allí, empezaremos a seguir a la buzo profesional en una ruta mágica, con el mar cristalino, los corales y en busca de las especies que se esconden entre las piedras.
Es increíble lo que se siente allí abajo, con el ‘sonido del silencio’ y la expectativa de que, en cualquier momento, un grupo de peces puede sorprendernos.
De pronto, un colorido cardumen me pasa muy de cerca. Uno intenta tocar a los peces (como si de verdad pudiera lograrlo), es un movimiento automático.
Carlos pudo ver una raya y tres tiburones, en mi caso, observé dos tiburones.
Sin embargo, fue el segundo, que me pasó debajo de los pies (a casi un metro de distancia), silencioso y tranquilo, el que más me sorprendió. La sensación es increíble.
Estar allí es una experiencia que toda persona debería vivir al menos una vez en su vida.
Salimos del mar y luego empezamos el camino de regreso a Uvita. Es importante decir que después de bucear se termina exhausto.
En el bote nos tenían preparados un burrito de gallo pinto, que la verdad me supo sabroso; después de terminarlo, era el momento de volver a tierra.
Fue un viaje intenso y hermoso. De esos que quedan guardados para toda la vida. Cuando llegué a Uvita Paradise solo pude tirarme en la cama, estaba exhausto.
Tips para su viaje:
- Es importante que se tome una pastilla para el mareo al menos una hora antes del viaje.
- No olvide llevar su mascarilla (Las caretas se las lleva el viento).
- Puede visitar la isla y hacer snorkeling, pero en caso de que desee bucear, debe tener una licencia. En Costa Rica Dive and Surf puede hacer el curso de buceo y luego visitar la Isla del Caño.
- Puede que observe a las ballenas. Sin embargo, es importante que elija bien la fecha. Si realiza el tour entre agosto y octubre, aumentan las probabilidades de que pueda mirar a los cetáceos.